
Al considerar la adopción de un perro, es crucial tener en cuenta la edad del animal. Acoger un perro adulto es una experiencia diferente a la de adoptar un cachorro. Aunque los cachorros suelen resultar más adorables, requieren un mayor nivel de atención debido a que son más dependientes durante esta etapa de su vida.
Los perros son animales que dependen emocionalmente de sus dueños, y esta dependencia es aún más evidente en el caso de los cachorros. Si no se les brinda el cuidado adecuado, pueden desarrollar comportamientos destructivos, o indeseables, e incluso caer en la depresión. Por lo tanto, es fundamental tener en cuenta los siguientes aspectos antes de decidir adoptar un cachorro:
Los cachorros demandan atención constante. Están en pleno crecimiento, lo que implica observar detenidamente su alimentación y comportamiento. Después de los 6 meses, se inicia el adiestramiento y los primeros paseos, por lo que es necesario supervisarlo para que se realicen adecuadamente. Además, durante esta etapa, los cachorros aprenden rutinas que facilitarán una convivencia armoniosa a medida que crezcan. La paciencia y la constancia son esenciales para ayudarlos durante su aprendizaje.
Los cachorros también tienen una gran cantidad de energía disponible para quemar, son juguetones y desean explorar el mundo que están descubriendo. Si no tienes el tiempo necesario para jugar y atenderlos, o si tu espacio es limitado, puede ser mejor reconsiderar la adopción de un cachorro.
Debido a que están en su etapa de crecimiento, los cachorros son más susceptibles a enfermedades, ya que sus sistemas inmunológicos y digestivos aún están en desarrollo. Sus dientes tampoco son tan fuertes hasta aproximadamente el séptimo mes, cuando obtienen sus dientes definitivos. Por lo tanto, es necesario vigilar todo lo que comen y cómo interactúan con su entorno, para evitar posibles focos de contagio.
Durante esta época de su vida es esencial proporcionarles las primeras vacunas, mantener un calendario de vacunación y desparasitarlos para garantizar una salud óptima. Como adultos, las visitas al veterinario suelen limitarse a revisiones rutinarias o problemas específicos de salud, pero siendo cachorros, las visitas pueden ser más frecuentes.
La etapa ideal para comenzar el adiestramiento es cuando son cachorros. Esto implica enseñarles a socializar, hacer sus necesidades y a dar paseos. Requiere invertir tiempo y esfuerzo, tener paciencia y ser constante en su educación. Incluso podría ser necesario recurrir a un adiestrador profesional. Sin embargo, entrenar a un perro adulto puede ser más desafiante, aunque no imposible. En este sentido, adoptar un cachorro implica un trabajo más intenso, pero suele brindar resultados a corto plazo.
A menos que adoptes un cachorro de raza pura o cuentes con un certificado de pedigree, es difícil predecir el tamaño final de tu perro cuando alcance la edad adulta. Esto puede convertirse en un problema si no dispones de suficiente espacio para acomodar a perros de gran tamaño, ya que tanto tú, como el perro, pueden encariñarse antes de que te des cuenta de la falta de espacio, y debas pensar en llevarlo a otro hogar. Básicamente, esta es una de las principales causas por las que dueños primerizos se deshacen de perros jóvenes en los albergues.
Las personas que adoptan un perro por primera vez pueden sentirse abrumadas al cuidar de un cachorro. Si no están acostumbradas a convivir con animales, los cachorros pueden resultar inconvenientes, ya que, a medida que crecen y son adiestrados, quizás tengan comportamientos indeseables que causan desorden en el hogar. Aquellos que han vivido solos o nunca han tenido contacto con animales pueden experimentar frustración al cuidar de un cachorro, lo que puede empañar la experiencia tanto para el humano como para el animal.
Además, los cachorros no son recomendables como primeras mascotas para los niños, a menos que estos tengan 10 años o más. Los niños pequeños pueden ser bruscos en sus juegos, y los cachorros aún son vulnerables. Tanto los cachorros como los niños pequeños no saben cómo gestionar adecuadamente sus emociones, lo que puede dar lugar a accidentes no deseados. Un perro joven, adulto o incluso mayor es más fácil de manejar y controlar en presencia de un niño pequeño. En general, en el caso de los niños, siempre deben estar bajo la supervisión de un adulto durante la interacción con mascotas.