La humanización de mascotas es un fenómeno cada vez más común en nuestra sociedad. Consiste en atribuirles a los animales características propias de los humanos. Como percibir que tienen necesidades y emociones similares a las nuestras.
Aunque este comportamiento pueda parecer inofensivo, la humanización de perros como hijos, o humanizar gatos como miembros exclusivos de la familia, puede traer consigo una serie de problemas que afectan tanto a las mascotas como a sus dueños.
¿Es normal humanizar a las mascotas?
La antropomorfización, que es la práctica de atribuir características humanas a otras especies, ha sido común a lo largo de la historia. Y en la actualidad, la empatía hacia los animales de compañía ha aumentado significativamente.
Sin embargo, con el reconocimiento de los sentimientos de las mascotas, también se ha popularizado la tendencia de atribuirles características humanas que no les son propias. Este comportamiento genera necesidades artificiales, que los animales no tendrían en su entorno natural.
El auge de la humanización de las mascotas es especialmente evidente entre la generación millennial, que en muchos casos prefiere tener perros como hijos, en lugar de optar por la crianza de niños, ya que lo consideran mucho más económico.
Este cambio ha impulsado un mercado creciente de servicios y productos para mascotas, que van desde ropa exclusiva hasta spas para perros y gatos. No obstante, es fundamental comprender que todo tiene un límite y la humanización de mascotas no es la excepción.
Posibles problemas de la humanización de mascotas
Aunque la antropomorfización puede ayudar a entender el comportamiento animal, el verdadero problema surge cuando los dueños creen que sus animales humanizados piensan o sienten exactamente como ellos.
Esta creencia genera expectativas que los animales no pueden cumplir, lo que puede derivar en problemas de comportamiento o incluso en la negligencia de sus verdaderas necesidades.
Además, la humanización de las mascotas puede estar relacionada con trastornos psicológicos en los humanos. Por ejemplo, llenar el vacío dejado por la pérdida de un ser querido con una mascota, asignándole roles humanos, como el de un hijo o un hermano.
Consecuencias de la Humanización Excesiva
Cuando la relación con una mascota se lleva al extremo de la humanización, se pueden observar diversas consecuencias negativas:
• Mala interpretación de las necesidades del animal
Por citar un caso, si un perro ladra en la cocina, muchos dueños podrían asumir erróneamente que tiene hambre y darle comida, cuando en realidad el perro podría estar pidiendo atención o simplemente está reaccionando a un estímulo.
De esta manera se sustituye una necesidad real (atención) por una que no existe (comida) desmejorando la calidad de vida de la mascota.
• Exageración en premios y recompensas
Las mascotas no comprenden el valor material. Un gato puede disfrutar tanto de una caja de cartón como de un juguete costoso. Aun así, muchos dueños creen que gastar más en sus animales humanizados aumentará su felicidad, cuando en realidad el amor de una mascota es incondicional y no depende de estos factores.
Esto no solo afecta la economía del hogar, sino que crea expectativas sobre la mascota que nunca va a cumplir, lo que lleva a una eventual decepción por parte del dueño.
• Adaptación a comportamientos no naturales
Un ejemplo común es el uso de coches para pasear a perros cuando no lo necesitan. Todos los perros requieren de ejercicio, y restringir esta necesidad natural puede llevar a problemas de comportamiento como ansiedad o apego excesivo. En casos muy graves, podría atrofiar sus músculos, promover la obesidad y generarle problemas de socialización con extraños.
• Problemas de conducta por mala interpretación de actitudes humanas
La humanización de mascotas también puede llevar a malinterpretaciones en la forma en que perciben el mundo nuestras mascotas.
Como ejemplo, abrazar repetidamente a un perro, aunque nos parezca una muestra de afecto común entre humanos, podría asustarlo, ya que creerá que algo malo está pasando. Incluso algunos perros no disfrutan de sentir presión en su cuerpo, ya que de alguna manera se sienten sin libertad de movimiento.
Del mismo modo, otras acciones como besarles el hocico o cargarlos constantemente pueden generar ansiedad o desobediencia, a pesar de que estas acciones se realicen con buenas intenciones desde el punto de vista humano.
¿Estoy Humanizando a mi Mascota?
Mostrar cariño y atención a tu mascota no es necesariamente humanizarla. Incluso si en algunos aspectos lo haces, no hay nada de malo en ello. El problema surge cuando esperas respuestas humanas o cuando tratas a tu mascota como si fuese una persona.
Es crucial respetar y entender las conductas naturales de las mascotas. Ellas tienen su propia manera de comunicarse, sin necesidad de que les atribuyamos características humanas. En esto radica la clave de una relación sana con tu mascota: comprenderla como el animal que es.
Algunas señales de que estás exagerando en el cuidado de tu mascota podrían ser:
- Vestirla cuando no lo necesita, especialmente si le incomoda o daña su pelaje
- Someterla a baños y peluquería excesivos, o pintar su pelaje, lo cual puede perjudicar su salud
- Creer que entienden y sienten igual que nosotros, ignorando sus propios códigos de conducta
- Usar un coche para paseos cuando no tiene problemas de movilidad. Si puede caminar, invítala a hacerlo, respetando sus necesidades de explorar el entorno
- Cargarla excesivamente, evitando que socialice o desarrolle su independencia, lo que puede generar apego excesivo y ansiedad
La humanización de mascotas es un tema complejo que requiere un equilibrio entre el cariño y la comprensión de las verdaderas necesidades de nuestras mascotas.
Es importante recordar que, a pesar de tratar a los animales humanizados como parte de la familia, ellos siguen siendo animales con instintos y comportamientos naturales que debemos respetar y entender para garantizar su bienestar.